Shaman
2006-02-08 16:30:21 UTC
William Brownfield: El asesor de Manuel Rosales
Por: Mervin Fuenmayor
No se quien ha visitado más a Maracaibo en los últimos tiempos, si el
presidente Chávez o el embajador norteamericano William Brownfield. ¿Ninguno
de ustedes se ha interesado en sacar esas cuentas? ¿Qué de especial tiene
para el embajador Maracaibo y no precisamente Carúpano o San Fernando de
Apure? La respuesta es una sola: Manuel Rosales.
Brownfield es una especie de enviado de Satán o dicho de otra forma, el
enviado de Bush. Su misión es amamantar la desnutrida oposición en
Venezuela. Darle calor, dinero y buenos consejos conspiradores,
principalmente a Manuel Rosales, uno de sus grandes pupilos que está
enquistado en una entidad clave que los norteamericanos consideran
estratégicas, no sólo por su petróleo, sino como plataforma para formar una
neo-subversión mixta entre paramilitares colombianos y extremistas criollos.
El pasado año el embajador del norte estuvo por lo menos diez veces en el
Zulia. Este jueves, visito nuevamente Maracaibo. La presencia la hizo
precisamente cuando Rosales es cuestionado por su presunta presencia en
Bogotá. Al igual que en otras oportunidades, cada vez que "el pupilo"
atraviesa por una especie de aprieto en la región, el enviado de Bush hace
su repentina aparición. Pero como para disfrazar sus verdaderas intenciones,
sale al escenario como cualquier político en campaña realizando obras de
caridad. ¿No creen ustedes que esas acciones serían más necesarias en
pueblos pobres como Chacopata, y Punta de Araya, en el estado Sucre o el
puerto de Zazarida en Falcón?
William Brownfiwl entregó en Maracaibo doce becas para estudiar ingles a
varios jóvenes y donó implementos deportivos a una escuela de béisbol. Todo
esto forma parte de lo que ellos denominan actividades de índole social. Yo
no se si el embajador hizo lo mismo cuando ejercía ese mismo cargo en Chile.
De lo que si estoy seguro y mi memoria revolucionaria no ha borrado, es de
los discursos antichavista que el norteamericano pronunciaba en Santiago.
Y además, como una manera de justificar sus futuras reuniones con Manuel
Rosales, dijo públicamente que con frecuencia seguirá visitando a Maracaibo
porque se siente muy a gusto en la ciudad donde comenzó su carrera
diplomática. Sin duda que utiliza un banal pretexto de añoranza para seguir
sus giras a tierra zuliana.
El presidente Chávez definitivamente tiene que evaluar muy en serio la
presencia de ese diplomático en nuestra región. Recuerden que los grandes
ataques a los procesos revolucionarios en Nicaragua, Chile y El Salvador, se
fraguaron y se ejecutaron en las embajadas norteamericanas de esos países.
Venezuela no será la excepción. El zarpazo a nuestro proceso bolivariano va
a venir de la forma más inesperada tal como ocurrió el once de abril.
Lamentablemente el Zulia ha sido seleccionado por el imperio como cabecera
de playa. Muchos apatridas se encuentran en la orilla esperando el
desembarco. Ya su líder, Manuel Rosales, ha izado la bandera norteamericana.
Este plan se orquestó desde el mismo momento que en Colombia se planteó la
desmovilización de la Autodefensas. Ese desarme no obedece exclusivamente a
un consensuado plan de paz. Los paramilitares, quienes fueron formados por
la más conservadora elite militar neogranadina, como grupo subversivo de
derecha para combatir a la izquierda, van a ser utilizados por la CIA para
penetrar nuestro territorio. La incursión inicialmente no va ser
convencional. El paramilitarismo colombiano se esta infiltrando por el Zulia
y ya esta atacando las bases del sistema. Se esta alimentando de los
secuestros, sicariatos y otros delitos. Por allí han comenzado y poco a poco
se van extendiendo a todo el territorio como un cáncer. Es por ello que el
problema de la inseguridad, como lo plantea el alcalde Gian Carlos Di
Martino, tiene que ver con la desestabilización democràtica. Es en esas
aguas donde la embajada norteamericana y el Gobernador Rosales, están
navegando. Por eso es que todo el pueblo tiene que estar alertas como
tiburones para evitar que esa nave golpista tome nuestras playas.
Por: Mervin Fuenmayor
No se quien ha visitado más a Maracaibo en los últimos tiempos, si el
presidente Chávez o el embajador norteamericano William Brownfield. ¿Ninguno
de ustedes se ha interesado en sacar esas cuentas? ¿Qué de especial tiene
para el embajador Maracaibo y no precisamente Carúpano o San Fernando de
Apure? La respuesta es una sola: Manuel Rosales.
Brownfield es una especie de enviado de Satán o dicho de otra forma, el
enviado de Bush. Su misión es amamantar la desnutrida oposición en
Venezuela. Darle calor, dinero y buenos consejos conspiradores,
principalmente a Manuel Rosales, uno de sus grandes pupilos que está
enquistado en una entidad clave que los norteamericanos consideran
estratégicas, no sólo por su petróleo, sino como plataforma para formar una
neo-subversión mixta entre paramilitares colombianos y extremistas criollos.
El pasado año el embajador del norte estuvo por lo menos diez veces en el
Zulia. Este jueves, visito nuevamente Maracaibo. La presencia la hizo
precisamente cuando Rosales es cuestionado por su presunta presencia en
Bogotá. Al igual que en otras oportunidades, cada vez que "el pupilo"
atraviesa por una especie de aprieto en la región, el enviado de Bush hace
su repentina aparición. Pero como para disfrazar sus verdaderas intenciones,
sale al escenario como cualquier político en campaña realizando obras de
caridad. ¿No creen ustedes que esas acciones serían más necesarias en
pueblos pobres como Chacopata, y Punta de Araya, en el estado Sucre o el
puerto de Zazarida en Falcón?
William Brownfiwl entregó en Maracaibo doce becas para estudiar ingles a
varios jóvenes y donó implementos deportivos a una escuela de béisbol. Todo
esto forma parte de lo que ellos denominan actividades de índole social. Yo
no se si el embajador hizo lo mismo cuando ejercía ese mismo cargo en Chile.
De lo que si estoy seguro y mi memoria revolucionaria no ha borrado, es de
los discursos antichavista que el norteamericano pronunciaba en Santiago.
Y además, como una manera de justificar sus futuras reuniones con Manuel
Rosales, dijo públicamente que con frecuencia seguirá visitando a Maracaibo
porque se siente muy a gusto en la ciudad donde comenzó su carrera
diplomática. Sin duda que utiliza un banal pretexto de añoranza para seguir
sus giras a tierra zuliana.
El presidente Chávez definitivamente tiene que evaluar muy en serio la
presencia de ese diplomático en nuestra región. Recuerden que los grandes
ataques a los procesos revolucionarios en Nicaragua, Chile y El Salvador, se
fraguaron y se ejecutaron en las embajadas norteamericanas de esos países.
Venezuela no será la excepción. El zarpazo a nuestro proceso bolivariano va
a venir de la forma más inesperada tal como ocurrió el once de abril.
Lamentablemente el Zulia ha sido seleccionado por el imperio como cabecera
de playa. Muchos apatridas se encuentran en la orilla esperando el
desembarco. Ya su líder, Manuel Rosales, ha izado la bandera norteamericana.
Este plan se orquestó desde el mismo momento que en Colombia se planteó la
desmovilización de la Autodefensas. Ese desarme no obedece exclusivamente a
un consensuado plan de paz. Los paramilitares, quienes fueron formados por
la más conservadora elite militar neogranadina, como grupo subversivo de
derecha para combatir a la izquierda, van a ser utilizados por la CIA para
penetrar nuestro territorio. La incursión inicialmente no va ser
convencional. El paramilitarismo colombiano se esta infiltrando por el Zulia
y ya esta atacando las bases del sistema. Se esta alimentando de los
secuestros, sicariatos y otros delitos. Por allí han comenzado y poco a poco
se van extendiendo a todo el territorio como un cáncer. Es por ello que el
problema de la inseguridad, como lo plantea el alcalde Gian Carlos Di
Martino, tiene que ver con la desestabilización democràtica. Es en esas
aguas donde la embajada norteamericana y el Gobernador Rosales, están
navegando. Por eso es que todo el pueblo tiene que estar alertas como
tiburones para evitar que esa nave golpista tome nuestras playas.